Justicia con Miguelina Llaverías

25 May

A primeras horas de la mañana de hoy, he recibido un correo electrónico de la distinguida abogada y amiga de Santiago, Susi Pola, en el que me informa, junto a otros destinatarios, que a la una de la madrugada de hoy, el Primer Tribunal Colegiado del Distrito Judicial de Santiago condenó a Adriano Román y compartes con motivo de intentar asesinar a la señora Miguelina Llaverías.

El tribunal condenó a Dámaso Nova Peralta a 30 años de reclusión, que es la máxima pena, y a Adriano Román, Fausto Aris Pérez Díaz, Engels Manuel Carela Castro, a 20 años de reclusión. El señor Román quien fue y es el autor intelectual no pudo ser condenado a la pena máxima, dado que nuestro ordenamiento legal no contempla todavía la figura del autor intelectual.

Esta decisión termina con una etapa de impunidad que duró 29 años, pues desde finales de la década de los setenta, la señora Miguelina Llaverías venía soportando, dignamente, la violencia moral y física por parte de su entonces pareja, el señor Adriano Román, quien se resguardó en las oscuras instancias de poder de aquella época para evitar ser perseguido y sancionado por sus constantes inconductas.

Afortunadamente, la Diosa Themis, se puso la venda sobre los ojos, e impartió justicia. En honor a la señora Miguelina Llaverías, madre ejemplar y mujer admirable.

En el año 1978, yo tenía apenas 12 años de edad, y recuerdo perfectamente haber visto a la señora Miguelina Llaverías conversando con mi padre. Fue para el mes de noviembre del 2006, que con motivo de la publicación del estudio «190 Mujeres» sobre la violencia de género, auspiciado por la Fundación e-Libertad, y de la autoría de Susi Pola, que tuve la honrosa oportunidad de volver a encontrarme con la señora Llaverías. Sus palabras, esa noche, fueron conmovedoras.

La sentencia dictada anoche envía una clara señal a todo el país de que, en República Dominicana, hay leyes y reglas que hay que aplicar para que sirvan como ejemplo sancionador ante las inconductas de personas que creen que viven todavía en épocas del pasado.

Quiero desde este apunte, felicitar a Jordy Veras y a Susana Veras Pola, abogados de la señora Llaverías, por su profesionalidad y dedicación. Y de manera muy particular, expresar mis respetos a doña Miguelina. Su ejemplo, de madre abnegada y ejemplar, y de persistente luchadora, nos llena de orgullo a todos/as los/as dominicanos/as de buena voluntad.

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