Wiggins y Froome: La lección del Tour de France

23 Jul

Bradley Wiggins, con su 'maillot' amarillo, campeón del Tour de France 2012.

La portada de los principales diarios franceses lo dice todo: Bradley Wiggins se convirtió ayer en el primer británico en ganar el Tour de France. Se trata de una extraordinaria historia personal de superación y de perseverancia. El propio Wiggins lo resume así:

“Me acordé de mi familia, de mi padre muerto, de mis abuelos, que me criaron; de mi habitación con pósters de Indurain, del niño de 12 años que soñaba con ganar el Tour y sabía que sería imposible; del desastre de 2010, cuando pensé que podía ganar el Tour, sobre todo después de haber quedado cuarto en 2009, y lo hice todo al revés; de la caída y la fractura de clavícula en 2011, de este año, en el que todo ha salido perfecto desde mi victoria en la París-Niza, y en Romandía y en el Dauphiné…”.

Al igual que otros deportes, el ciclismo obliga al trabajo en equipo. Wiggins no habría ganado si no hubiese tenido a Chris Froome, el eterno gregario, quien quedó en segundo lugar. Froome es mucho mejor que Wiggins, y solo porque Wiggins es el jefe de filas del equipo, recibió el respaldo del resto de sus compañeros, particularmente del gregario, el ciclista que ayuda a conseguir la victoria del jefe de filas. Que Wiggins ganara, era el deseo del equipo. Froome, no solamente lo respetó, sino que lo ayudó. Ambos demostraron humildad y grandeza. Que extraordinaria lección.

Los ojos están puestos ahora sobre Froome para el 2013.

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