Antes del discurso central, la gente se fue…
19 Mar

Josefina Vázquez Mota, candidata presidencial del PAN, pronuncia su discurso ante un estadio semi-vacío.
En mi ejercicio político, me ha tocado la responsabilidad de organizar eventos multitudinarios en los principales estadios que existen por estas latitudes. Es una labor que requiere de una coordinación entre las áreas operativas y logísticas de la organización política que obliga a una eficiente planificación. El área operativa debe especificar la cantidad de autobuses que se requieren por región para trasladar a los delegados o militantes al punto de encuentro, organizar la ruta de acceso y asegurar la puntualidad de la llegada. Por su parte, el área logística debe contratar los servicios requeridos y hacer las coordinaciones correspondientes para que no haya ningún tipo de error ni dilación.
El tiempo es oro. Si la actividad está pautada para comenzar a una hora específica, hay que hacer todo el esfuerzo para iniciar a la hora programada. La agenda de la actividad debe ser lo esencial, haciendo enfásis en lo principal: Que el auditorio no se canse y que esté entusiasmado para el momento cumbre, que es cuando el protagonista del evento tenga su turno para su discurso central. Todo el esfuerzo, y los recursos que se gastan no valdrían la pena si, al final del evento, en el punto culminante, la gente abandona el lugar, muchas veces por cansancio, antes de que el discurso central sea pronunciado. Eso es terrible.
Lo anterior viene a cuenta a propósito de lo que le ocurrió a Josefina Vásquez Mota, candidata presidencial del Partido Acción Nacional en México, en cuyo acto de proclamación, la gente se fue antes de que ella iniciara su discurso. Vazquez Mota tuvo que pronunciar su discurso con el estadio semi vacío:
Y en pleno discurso, se salieron del recinto, tituló el diario Milenio. Un columnista de ese mismo diario, lo describió como una vergüenza. Armando Rocha, en su excelente blog sobre Comunicación Política en México, retrata lo ocurrido así:
Si el coordinador de campaña de Vázquez Mota hubiese leído El pez en el agua habría aprendido de los errores de la campaña de Mario Vargas Llosa, que concatenados unos con otros lo llevaron a la derrota. De este modo, hubiera previsto una mejor logística contratando a los autobuses por tiempo suficiente, recortando el tiempo del programa, limitando el número de oradores y garantizando un escenario pletórico para la toma de una placa que al día siguiente apareciera en los medios emitiendo un mensaje de fuerza, músculo y unidad entorno a su candidata. Pero, como el “hubiera” no existe, sucedió lo que ya sabemos.
Vázquez Mota hizo lo que nunca debe hacerse en un acto de campaña, y mucho menos, el día de su proclamación. La lección nos la han dado los que indefectiblemente han marcado la pauta en los eventos políticos: los norteamericanos. Los actos políticos, especialmente los multitudinarios, son para los candidatos, no para más nadie. Deben ser breves, entusiastas y concluir con alegría y esperanza. La verdad sea dicha: Por estas latitudes, vamos más adelante que los mexicanos, aunque nos queda mucho por aprender.
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