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Mi superhéroes favoritos

18 Abr


Este artículo publicado en El País titulado Necesitamos a los superhéroes ha motivado este apunte. Es cierto en medio de tantas dificultades que tiene el mundo, a veces por la misma irracionalidad, o intolerancia, o por las propias debilidades de la justicia, quisieramos tener la justicia del Dark Night, que sin tener en cuenta las normas del debido proceso, vuela en su avión a un territorio extranjero, detiene a un criminal y en menos de veinticuatro horas, lo lleva a la cárcel, en una extradicción «express», sin la intervención de ninguna autoridad judicial. El resultado es lo que cuenta: hacer justicia.

Tal como dice el articulista de El País, citando a un guionista:

En el fondo, los superhéroes son la personificación de los sueños del ser humano, de perfección inmediata.

Tengo en mi memoria, la vez que mi madre me disfrazó de superhéroe, de Batman, en la época en que escuchaba diariamente su tema musical en la televisión. Yo tenía 8 años. Me sentí, disfrazado con todo mi atuendo (muy distinto a los disfraces de hoy día), con todos los poderes del hombre murciélago, y recuerdo que, luego en mi casa, inventé hasta una bati-cueva.

Pero, en realidad, al superhéroe que más he admirado es al Hombre Araña, pues siempre me identificaba mucho con su personaje, Peter Parker, por su sencillez. En aquél entonces, en la década de los setenta, me estacionaba en el televisor a las cuatro de la tarde, a ver Spiderman, a colores, y claro, disfrutaba mucho su tema musical. También veía a Capitán America, a los Cuatro Fantásticos y a Superman, y a la Liga de la Justicia, que era una serie que incluía a todos los superhéroes juntos para luchar contra el mal global.

Cierto que así como ha cambiado el mundo, también han cambiado los superhéroes. Hoy día, tratan de ser más humanos, y más sensibles a los problemas y a los desafíos mundiales. Antes era la guerra fría y la Gran Depresión, hoy es la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, el cambio climático, los virus informáticos, o el reto de las mutaciones genéticas, los que obligan a que los superhéroes todavía no cuelgen sus capas y máscaras para el deleite de sus admiradores.

‘El festín de la droga’

26 Feb


Así se titula el artículo de la destacada periodista Soledad Gallego-Díaz publicado en El País del pasado domingo, y que recomiendo, como lectura obligada, para todos/as aquellos/as preocupados/as por el alto grado de penetración no solo de la drogas en la sociedad, sino también del dinero que proviene de ellas, en la economía.

Citando a la Agencia de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC), Gallego revela que:

El crimen organizado relacionado con el tráfico de drogas manejaba en 2005 dinero líquido por un valor entre 300,000 y 350,000 millones de dólares… El director ejecutivo de la UNODC dio una entrevista en la que afirmaba que tenía ‘indicaciones serias’ de que fuertes cantidades de dinero procedente del comercio ilícito de drogas están siendo usadas para mantener a flote bancos afectados por la crisis mundial.

Extraña que, en nuestro país, al menos que tenga conocimiento, ningún medio de comunicación haya divulgado tan grave denuncia, que, por lo menos, nos debe servir de alerta, y obligar, aún más de las disposiciones legales vigentes, a que las autoridades bancarias adopten mayores medidas para blindar el sistema bancario nacional ante este pecaminoso flagelo.

Recuerdo sí, que el 21 de septiembre de 2008, en Líderes, el destacado economista José Luis de Ramón expresó, cuando le pregunté sobre la estabilidad cambiaria, lo siguiente:

Solamente hay una razón, y es que han entrado dólares, ¿cómo han entrado?, bueno habrán entrado por inversiones directas, por, lo cierto es que tenemos una partida que es de errores y omisiones, que es dinero que realmente no podemos determinar exactamente el origen, y es una partida que el año pasado fueron ya 600 y pico de millones, y este año son 800 millones, dinero que realmente entra en la economía.

Es decir, que solo en el 2007 y en el 2008, se contabilizaron cerca de 1,400 millones de dólares, como «errores y omisiones» en las cuentas del Banco Central, sin que se pueda determinar «exactamente el origen».

Sería prudente que los voceros oficiales del gobierno pudiesen aclarar esta situación, que, ahora más que nunca, luego del incremento de los crímenes vinculados a las drogas en el país, queda complementado con este brillante artículo de Gallego-Díaz.