Ricardo Lagos, un político en mayúsculas

18 Mar


En razón de mis funciones como Secretario General del PRD, ayer tuve la honra de compartir, casi todo el día, con el expresidente de Chile, Ricardo Lagos, quien agotó una intensa agenda en la República Dominicana, invitado por el Instituto de Formación Política, Dr. José Francisco Peña Gómez.

Las casi ocho horas que tuve el privilegio de escucharle en distintos escenarios y foros valen más que el mejor curso de ciencias políticas en la mejor universidad del mundo. Es que la experiencia que acumula la vivencia de haber ejercido la presidencia de un país como Chile, y salir de ese ejercicio, con la mejor tasa de aprobación de todos los presidentes de la democracia moderna de esa nación, no se encuentra todos los días.

Lo primero que me resalta es la humildad que exhibe el presidente Lagos, característica que, por lo que pude escucharle, ha estado siempre en él. Ayer, me la demostró con dos hechos que narró: Uno, cuando no pudo cumplir con su promesa de campaña de crear 200,000 puestos de trabajo en el primer año de gobierno, y que ante la imposibilidad de cumpliarla, se dirigió al país para explicar las razones por las que no podía acometer esta promesa. Pocas veces, he visto a un Presidente dirigirse a su pueblo para explicar el por qué no se pueden hacer algunas cosas. Es la humildad en su máxima expresión.

El otro hecho que narró fue cuando, después de haber dejado la presidencia de Chile, y estando en el primer lugar de las encuestas para ser el Candidato Presidencial para las elecciones del 2010, decidió dar el paso para que otra figura política fuese seleccionada para ostentar tal calidad, en momentos en que la Concertación Democrática cumple 20 años de gobiernos sucesivos en Chile. Desoyó las voces que siempre están en el entorno de un líder político, y fue humilde, permitiendo que otro fuese el elegido.

La segunda característica que ví en el presidente Lagos es su responsabilidad. Escucharle cómo tomó la decisión de no enviar tropas chilenas a Iraq, basado en que la guerra era al margen de las decisiones de Naciones Unidas, y luego cómo, cuando casi seis meses después, por mandato de Naciones Unidas, mandó tropas de Chile a Haití, es un episodio que permanecerá imborrable en mi memoria. Fue responsable y coherente, respetando la multilateralidad.

El tercer elemento que reúne el presidente Lagos es su visión global y local. Su descripción de la actual crisis económica mundial, y su advertencia de que «las economías pueden estar blindadas, hasta que llega el tsunami» es una clara premonición de que todavía no hemos enfrentado lo peor. De ahí es que plantea un nuevo orden mundial para enfrentar con responsabilidad los retos y desafíos que tiene el mundo por delante, tales como el cambio climático, la regulación financiera, el mercado, y los más importante, el respeto por las normas jurídicas aprobadas por la comunidad de naciones. Desde el punto de vista local, apunta que quien debe estar en el epicentro de las políticas son los ciudadanos, la gente. Ojalá muchos pudieran escucharle y entenderle.

Haber compartido con el presidente Lagos fue un cátedra constante y permanente. Como Ministro de Educación que fue en 1990, sabe cómo se educa. Lagos evidenció que es un político, pero un político en mayúsculas, de aquella estirpe rara, diferente y excepcional que da la cara por la buena política, la coherente, la responsable y la transparente, aquella que la generación que represento está comprometida. Una vez más, mi admiración a Chile y a su gente, por cultivar y producir hombres y mujeres de este talante democrático.

(ACLARACIÓN: Sobre su promesa de crear empleos, el presidente Lagos nos dijo ayer que, aún cuando no pudo cumplir su promesa en el primer año, al final de su mandato de seis años (2000-2006), había creado apróximadamente 800,000 puestos de trabajo en Chile.)

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