"Argo", o cuando la CIA y Hollywod le ganaron al Ayatolá
1 Dic
En un momento de la película Argo, un productor de cine dice que la historia que se hace sobre falsedades es una historia que termina en tragedia. En verdad, si lo vemos al revés, la frase es muy apropiada para esta película. Lo que comenzó como una tragedia, termina con una historia basada en la falsedad, siendo un hecho real. Remontarse a noviembre de 1979, cuando los estudiantes iraníes invadieron la Embajada de Estados Unidos en Teherán, convirtieron ese hecho en un teatro que duró 444 días, a la vista del mundo entero, enfrentando el fundamentalisto del Ayatolá Jomeini con el mundo occidental, desatando una de las peores crisis políticas de la época, que todavía hoy separa a Estados Unidos y a Irán, y que le costó la presidencia de Jimmy Carter. Al final, nada es improvisado, y todo requiere de «luces, cámaras y acción».
Convertir la historia en falsedad fue lo que menos quiso hacer el agente de la CIA, Antonio J. Méndez, interpretado por Ben Affleck, cuando fue llamado para rescatar a seis americanos que se habían escapado de la Embajada de Estados Unidos en Teherán y se refugiaron en la casa del Embajador de Canadá, en un drama que cada día se convertía más tenso, y con la armada republicana irání, pisándole los talones. Viendo un episodio del «Planeta de los Simios», se le ocurrió la idea de entrar a Irán como «productor de cine» y convertir a los seis americanos en parte del «crew», y «extraerlos» de Teherán. Para ello, tenía que hacer «creíble» y «legítima» la «falsa», y por ello se asistió de «Hollywood», através de dos productores especialistas en maquillaje y obras de ficción, John Goodman y Alan Arkin.
Affleck, quien también es el Director de la película, cubre todos los detalles apegados a los hechos reales, y que fueron recogidos en el libro The Master of Disguise, escrito por el propio Méndez, y el artículo The Great Escape, publicado en la revista «Wired». El inicio de la película con la sinopsis animada de la historia política de Irán es genial. Los diálogos de los funcionarios americanos sobre la política exterior de Carter es muy descriptiva de la realidad que se vivía en ese momento. La vestimenta, los cigarrillos, los lentes o espejuelos, los nudos gordos de las corbatas, las melenas, y las escenas de las protestas en Teherán, así como la imagen del hombre ahorcado en la calle, colocan al espectador en el epicentro de la crisis, con su drama y sus tensiones.
La operación «Argo» se mantuvo secreta hasta 1997. Fue hecha pública por el presidente Bill Clinton, y Méndez fue finalmente reconocido públicamente. En pleno siglo 21, las operaciones de inteligencia se comprenden mejor que en aquellos años. Y, con el actual conflicto en Medio Oriente, y las nulas relaciones entre Estados Unidos e Irán, el hecho de extraer a seis americanos, en colaboración con el gobierno de Canadá, sin que hubiese un solo muerto, de ninguno de los dos lados, es lo que hace a «Argo», una de las mejores películas del año.
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