Retroceso en Egipto

16 Ago

Desde mucho antes de la primavera árabe, escribí este apunte sobre el próximo presidente de Egipto en septiembre de 2010. En el mismo, decía que con un Mubarak, eventualmente ausente, la transición democrática sería una realidad si la institución de mayor prestigio, el Ejército, se convertía en garante de esos cambios. Después de la salida de Mubarak, escribí que el dictador se fue, pero no la dictadura. Cuando se hicieron las elecciones, las cuales fueron ganadas por Mohamed Morsi, escribí: Presidente Morsi, ¿un cáliz envenenado? Y finalmente, cuando ocurrió el golpe de Estado, escribí que único país en el mundo en que un golpe de Estado no es considerado como tal es en Egipto.

En vista de que el presidente Morsi está detenido, su partido, los Hermanos Musulmanes convocaron a protestas y acampadas, las cuales fueron brutalmente limpiadas por el Ejército, sobre la base de que se volvió a imponer el «Estado de Emergencia» que caracterizó a la dictadura de Mubarak. Dicho de otra manera, Mubarak ya no tiene poder, pero el Ejército ha vuelto a los años de dictadura. Las cifras de muertos supera los más de seiscientos. Es una matanza a manos del Ejército. Simultáneamente, la alianza pro golpe se divide, pero mantiene su poder.

Mientras todo esto ocurre, el mayor «power broker», Estados Unidos de América, ha exhibido sus dos caras. Por un lado, llama a que se detenga la violencia; pero otro lado, mantiene su apoyo económico al Ejército.  Por su parte, otros países claves, como Alemania y Francia, lucen tímidos en su reacción. Solo la comunidad internacional puede convertirse en el freno al retroceso en Egipto, que luce más dividido y fracturado que antes. Disminuir el poder del Ejército es fundamental, lo cual será tarea difícil. Crear un nuevo clima que facilite otra transición democrática es el reto. Veremos.

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