Sobre el presidente de Uruguay, Pepe Mujica, he escrito múltiples apuntes, entre ellos: ¿Cómo vive, Pepe Mujica?, La foto: El Volkswagen de 1987 de Pepe Mujica y Pepe Mujica: un político atípico.
Leo siempre las noticias originadas desde Uruguay sobre el presidente Mujica. Por ello, llamó mi atención cuando el New York Times le dedicó ayer su prestigiosa columna titulada «Perfil Sabatino», al presidente Mujica, con el siguiente titular: «Después de años de prisión solitaria, la vida austera del presidente de Uruguay», en la que resume, brillantemente, la vida de Mujica.
Después de leer ese reportaje, al tiempo de reafirmar mi admiración por el presidente Mujica, es impresionante las lecciones que la vida de este extraordinario demócrata nos puede proporcionar, sobre todo para entender que los liderazgos deben estar apegados a las ideas y a las acciones, y no al mundo materialista que nos rodea y nos bombardea habitual. Ver que el presidente de Uruguay rechazó vivir en la masión presidencial para vivir en su casa de campo de toda la vida, con apenas dos agentes de seguridad, y cultivando sus flores, es una lección de vida.
Fue guerrillero, y como tal, Mujica plantea que debe haber la oportunidad para el segundo chance, para reincorporarse a la sociedad. Es justamente lo que Mujica ha hecho. Luego de años en la soledad de una prisión ordenada por la dictadura, surgió el demócrata que ha llegado al puesto más alto del poder, con una agenda progresista, que la ha llevado a la práctica.
Sobre las encuestas ha dicho que si se llevara de lo que dicen las encuestas, no sería presidente. Qué extraordinaria lección.
Desde estas latitudes, mi admiración y respeto a Pepe Mujica.
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