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Para leer -5-

16 Ago

– Los intelectuales dan la cara por Haití en carta pública al presidente Sarkozy. Texto completo aquí.

– El presidente Alan García, hablando de todo.

Andrew Cuomo, una historia admirable, de altas y bajas, candidato a Gobernador de New York. Espero su victoria.

– Otro libro más sobre la vida privada de John F. Kennedy.

El sonido del silencio, en la voz de Simon & Garfunkel. Me encanta.

La foto de Obama y Alan García

4 Jul


A principios del mes de junio, el presidente Obama recibió al presidente Alan García de Perú en la Casa Blanca. Fue una visita oficial, como han sido la mayoría de las visitas de Jefes de Estado a la Casa Blanca en los últimos años. Así reportó la prensa esta visita. En la página web de la Casa Blanca, como ya es costumbre, publican fotos detrás de la escena, y me llamó la atención esta foto que comparto con ustedes. Se corresponde a momentos antes de que la prensa entre a la reunión, lo cual sucede al final del encuentro. Las caras de ambos presidentes revela la tensión y la atención del momento. Ambos hablando con sus asesores. El que está hablando con Obama es Robert Gibbs, vocero de la Casa Blanca. Desconozco el nombre de quien está hablando con García, pues no es mencionado en el pie de foto. Resalta, igualmente, la nota manuscrita de García que me recuerdan a las cue-cards.

Manuel Rosales y asilo político… Déja vu

26 Abr


La noticia de que Manuel Rosales, líder de oposición en Venezuela y Alcalde de Maracaibo, viajó y solicitó asilo político al Perú, trajo a mi memoria recuerdos muy poco agradables. En el año 1987, mi padre, luego de haber concluido su mandato constitucional el 16 de agosto de 1986, fue objeto de una encarnizada persecución judicial con fines políticos, y me recuerdo perfectamente como un día muy temprano, mi madre me despertó y me dijo que me cambiara de ropa que juntos (mis padres y mi hermana) nos ibamos a asilar a la Embajada de Venezuela en Santo Domingo.

Me reservo por el momento revelar algunos datos sobre esto, pero lo cierto es que a las ocho de la mañana, ya estabamos adentro de la Embajada, técnicamente ya en territorio extranjero, por lo que las autoridades judiciales dominicanas no podían penetrar a la sede diplomática. Pasamos alrededor de unos siete días en la Embajada de Venezuela, y aunque recibimos las atenciones mínimas, no le deseo a nadie que pase por esta misma situación.

El gobierno venezuela, a la sazón presidido por Jaime Lusinchi, negó el pedido de asilo, y el gobierno dominicano autorizó a que mi padre, quien tenía serios problemas de salud, fuese llevado a Estados Unidos. Luego de haberse estabilizado, mi padre regresó a la República Dominicana en 1988, estuvo preso por casi un año, y fue condenado en primera instancia. En el 2001, fue descargado por la Corte de Apelación por no haber cometido los hechos que se le imputaban.

Viendo el caso de Manuel Rosales, la historia es diametralmente diferente. Rosales viajó a Lima, y solicitó su asilo, en un país, que como Perú, tiene una larga tradición a favor del asilo político, pues Victor Raúl Haya de la Torre, líder y fundador del partido APRA, se asiló en 1949 en la Embajada de Colombia y permaneció asilado casi 5 años, hasta que la Corte Internacional reconoció su asilo. Además, el presidente Alan García también fue perseguido judicialmente con fines político. Y tanto García como Rosales son miembros de la Internacional Socialista.

El peor sentimiento que puede tener una persona es tener que abandonar, en contra de su voluntad, a su país por ser perseguido políticamente. Por suerte, existe el asilo político, figura de amplio reconocimiento internacional. Lo ideal sería nunca tener que salir de su país en estas circunstancias, ni tampoco someterse a un proceso en el que las influencias políticas actúan dependiendo de cómo fluyan los vientos.

Lecciones de campañas presidenciales 101 (2da parte)

10 Ene

Continuando con esta serie de apuntes sobre campañas presidenciales, tenía pendiente desde hace mucho tiempo releer el libro El pez en el agua (1993), las memorias políticas de Mario Vargas Llosa, que recogen sus vivencias como Candidato Presidenciales en las elecciones presidenciales de 1990 en el Perú, en las cuales resultó ganador Alberto Fujimori. Hace 19 años.

Siempre me ha interesado la política peruana, llena de luchas y de episodios dramáticos, y de «comebacks» históricos, como el de Alan García, muy criticado por Vargas Llosa en su libro, y quien en contra de todos los pronósticos, ganó las elecciones en el 2006 y gobernará hasta el 2011.

Lo primero que debo señalar es que probablemente el modelo de campaña que siguió Vargas Llosa en 1990 no sea el mejor como referencia. Sin embargo, por ser una figura política, para ese momento, nueva y fresca, y haber articulado un movimiento político diferente a los partidos tradicionales, resulta interesante su estudio.

En ese sentido, he identificado cinco lecciones de la campaña electoral de 1990, y que tienen vigencia actualmente:

1.- No se puede subestimar a ningún adversario. Todos los adversarios son importantes, al margen de sus niveles de aprobación en las encuestas. Fujimori nunca figuró en posiciones preponderantes en las encuestas, hasta las últimas semanas antes de las elecciones, cuando ya era muy tarde, desarrollar una estrategia que contuviera el incremento de sus simpatías.

2.- El candidato tiene que estar accesible y cercano a los ciudadanos. Vargas Llosa confiesa que tenía que hacer un esfuerzo extraordinario para abrazar y saludar a la gente. No estaba en su forma de ser. El candidato tiene que ser un ciudadano de carne y hueso, que ría, que llore, que salude, que abraze, que converse y que escuche.

3.- Hay que tener un buen equipo de estrategia. Aún cuando no ganó las elecciones, uno de los puntos luminosos de la candidatura de Vargas Llosa fue la creación e institucionalización del kitchen cabinet. Se reunía consuetudinariamente, aún sin la presencia del Candidato.

4.- Hay alianzas que pesan. Haberse aliado a los partidos de la derecha peruana, algunos de los cuales, habían ejercido el poder, no contribuyó a que la candidatura de Vargas Llosa se proyectara como lo que, en efecto era, una candidatura diferente.

5.- La unidad en las comunicaciones es vital. No puede existir dualidad de funciones en las comunicaciones de una campaña. Vargas Llosa revela cómo, en su momento, tuvo dos encargados de preparar las cuñas publicitarias, como consecuencia de diferencias en la campaña. Dualidad en el envío de señales, peligrosa en una campaña electoral.

Hay dos aspectos adicionales que es importante destacar: Primero, la fuerza de la religión en la política se evidenció en este proceso. Un país mayoritariamente católico, y con importante presencia de la religión evangélica, no entendió que uno de los principales Candidatos Presidenciales, como Vargas Llosa, fuese agnóstico. Y Segundo, su programa neoliberal resultó poco entendido y comprendido por la mayoría de los votantes, a pesar de que, con posterioridad a las elecciones, Perú se convirtió en modelo eficiente de las privatizaciones de los servicios públicos.

Con posterioridad a las elecciones de 1990, hubo un autogolpe de estado de 1992, con supresión de los poderes constitucionales, y la consagración de Fujimori como presidente durante 10 años, hasta su renuncia desde Japón. Luego, el retorno de la democracia, con Alejandro Toledo y actualmente con Alan García. Uno se pregunta, ¿qué hubiera pasado si, en vez de Fujimori, hubiese sido Vargas Llosa el que ganara las elecciones de 1990? Personalmente pienso, que, salvando las diferencias políticas en cuanto su visión neoliberal, creo que Vargas Llosa hubiese contribuido al fortalecimiento institucional del Perú.

Sobre las elecciones de 1990, les recomiendo leer adicionalmente el libro El diablo en campaña de Alvaro Vargas Llosa.