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1957, la pareja

28 Nov


Desde que mis padres se conocieron, hubo el flechazo. Su noviazgo fue corto. Mi padre se empleó a fondo para conseguir que mi abuelo materno, Alfonso Mera, hombre de campo, dijera que sí al matrimonio entre Asela y Salvador. Se casaron el 21 de septiembre de 1957. Desde el primer momento, mi madre fue no solo su esposa, sino su amiga, su consejera, su apoyo, en cualquier circunstancia.

Ella sacrificó sus estudios por él, y se convirtió en su asistente. Todas las notas, instancias, documentos y ponencias que hacía mi padre eran dictadas por él a mi madre. Y ella, con su paciencia que siempre le caracterizaba, las transcribía con su hermosa e inconfundible caligrafía. Para esto no había hora, ni días de descanso. Mi padre es muy malo en la máquina de escribir, y es más no recuerdo haberlo visto nunca sentado ante un computador. Todo lo contrario de mi madre. Ella, a pesar de su edad, estaba muy al día en la tecnología. Entre las primeras computadoras Apple que llegaron al país en a principios de los ochenta, una de esas estaba en mi casa, gracias a la insistencia de mi madre. Hasta el día de su muerte, tuvo una Mac.

Solo durante la revolución de abril de 1965, hubo una separación física entre ambos. Por razones obvias. Mi padre estaba en Ciudad Nueva, y mi madre en Santiago. Sin embargo, cuando ocurrió la batalla del Hotel Matum, ambos estaban juntos. Ni siquiera la cárcel los separó más. Cuando mi padre estuvo preso injustamente, mi madre llegaba a la prisión a las ocho de la mañana, y se retiraba a las seis de la tarde. Todos los días. A pesar de lo amargo de esos días, fue una extraordinaria lección de amor.

Mi padre sufrió la diabetes de mi madre, quien la padecía desde los 15 años de edad. Nunca estudio medicina, pero se hizo experto en diabetes. Sabía incluso hasta por la forma de dormir, o hasta por cualquier gesto de mi madre, que ella necesitaba tomarse un jugo de naranja con azúcar. Pocas personas saben que por la diabetes, mi madre tuvo dos embarazos fallidos. Me cuentan que mi nacimiento fue toda una celebración en Santiago, al igual que el de Dilia. Claro, en la medida en que la edad de mi madre avanzaba, la diabetes iba empeorando. Mi padre lo sintió y lo sufrió hasta aquella madrugada del 14 de junio de 2007.

En todos los momentos de la vida pública de mi padre, mi madre siempre estuvo con él. Como abogado, político, Jefe de Estado, padre de familia, esposo, amigo. En los buenos y en los malos. En la luz y en la oscuridad. En las alegrías y en las penas. Hoy, aunque ella no está físicamente entre nosotros, ella está acompañando a mi padre en esta dura prueba de vida. Eso me da mucha tranquilidad. Ellos nacieron en hogares diferentes, pero eran uno para el otro. ¡Qué legado!

1965, el constitucionalista

26 Nov


La primera foto es muy poco conocida. Se observa a mi padre, Salvador Jorge Blanco, saliendo de una de las reuniones de la Comisión Negociadora del Acta Institucional que puso fin a la revolución de abril de 1965. A la izquierda, con canas y espejuelos, Ellsworth Bunker, Embajador de Estados Unidos ante la OEA, quién representó a la organización hemisférica en esas negociaciones. Mi padre fue uno de los negociadores por parte del gobierno constitucionalista. Fueron jornadas agotadoras e históricas.

La segunda foto es el momento en que se firma el acta institucional. Figuran Francisco Alberto Caamaño Deñó, presidente constitucional; Jottin Cury, Secretario de Relaciones Exteriores; mi padre; y Héctor García Godoy, quien sería el próximo presidente de la República.

Desde el primer momento, mi padre fue parte activa de la revolución de abril de 1965. Siempre fue y ha sido defensor de la democracia. Nunca estuvo de acuerdo con el golpe de Estado de 1963. Por eso, aceptó ser el Procurador General de la República en el gobierno constitucionalista de 1965. Durante ese período, mi padre vivía clandestinamente en la casa de mi tía, Alina Mera Checo, hermana de mi madre, cerca de Ciudad Nueva. Mis padres estuvieron también en la batalla del Hotel Matum. Cada vez que voy al hotel en Santiago, mi mente se traslada a esa época al contemplar las fotos que están expuestas en la segunda planta. Sus memorias de este período están recogidas en su libro «Guerra, Revolución y Paz«.

Yo no había nacido en 1965. Nací en 1966, pero, puedo decir, que en mi casa aprendí el himno de la revolución: «A luchar soldados valientes, que empezó la revolución, a imponer los nobles principios, que reclama la constitución…»

1982, foto de familia

25 Nov


Hurgando en mis archivos, me he encontrado con esta foto. Fue tomada en 1982, específicamente luego del 16 de mayo. Uno de los momentos estelares de su carrera política. Ya había sido electo presidente de la República. Mi padre, con esa sonrisa que le caracteriza, que permanecerá imborrable en mi memoria, abraza a mi hermana, Dilia, y, en el otro extremo, mi madre, siempre elegante. En el medio de ambas, yo. Veo una y otra vez esta foto, nunca me habría imaginado que a estas alturas, mi madre ya no estaría físicamente con nosotros y que mi padre estaría librando la batalla más importante de su vida, por su propia vida. Orgulloso de mi familia, y del legado de un matrimonio ejemplar.

Parece que fue ayer

14 Jun

Hace 3 años de tu partida a la eternidad, y parece que fue ayer. Tu recuerdo es permanente. En tu memoria, comparto este video de los fotográfos Vicente y Sara.

Almeria 2008 from Vicente + Sara on Vimeo.

Juan Bosch y mis padres, una anécdota

3 Feb

Leyendo el libro El Bosch que conocí, escrito por su secretaria Mildred Guzmán Madera, me encuentro con este relato, que menciona el encuentro entre Juan Bosch y mis padres, Salvador Jorge Blanco y Asela Mera de Jorge:

«La manera jocosa de vivir su vida le ayudó a ser apreciado y distinguido por muchos políticos del país. Un día el expresidente Dr. Salvador Jorge Blanco le hace una visita de cortesía a Juan Bosch y ocurrió esto: Llamó a Pascasio que estaba de servicio y le dijo que el Dr. Salvador Jorge Blanco iba a venir; y le recomendó lo siguiente: «Prepárate una bandeja con cinco copas. Una para el Presidente, otra para su esposa Doña Asela, otra para el general Cuervo Gómez, otra para el Lic. Hatuey D’Camps y una quinta para Juan Bosch. Continúa diciéndole a Pascasio, brinda a la dama primero, luego al Presidente y así sucesivamente». Llega la visita y a los cinco minutos Pascasio viene con la bandeja. Juan Bosch les dice que ahora vamos a brindar con champagne y cuando se toma el primer sorbo, se miran todos unos a otros. En realidad era un mabí seibano«.

En "Familia y Más"

2 Sep


Haciendo una pausa a los temas que habitualmente trato en estos apuntes, comparto con ustedes la entrada Orlando y yo que ha escrito mi hermana Dilia Leticia Jorge Mera en su blog Familia y Más. La foto que ella reproduce es una que nos tomamos a principios de la década de los setenta en el patio de nuestra casa en Santiago. Los tiempos han cambiando, pero lo que nunca ha cambiado es el amor y la solidaridad familiar que, gracias a nuestros padres, forma parte de nuestro diario vivir.

Sobre ti

14 Jun

Es indudable que una bitácora, como ésta, es una herramienta excelente para archivar mis pensamientos y sentimientos, particularmente sobre aquellas personas que impactan en mi vida. Esto fue lo que te escribí el día en que celebraste tu último cumpleaños, sin yo saber que, seis meses después, para esta fecha, no estarías físicamente entre nosotros, aunque siento tu presencia todos los días.

Miel de Asela

25 Abr

La historia es un poco larga, pero todo comenzó el Día de las Madres de 1990, cuando estando en mi casa, un enjambre de abejas se asentó en uno de nuestros árboles. Al otro día, buscamos la ayuda de don Porfirio, un apicultor, quien desde entonces es nuestro maestro en esta disciplina de la apicultura. Don Porfirio las ubicó en unas colmenas rústicas, las cuales, al día de hoy, tenemos diez.

Nuestras abejas han resistido hurácanes, lluvias, sequías, y el cambio del entorno en el vecindario. Como parte de nuestra familia, han visto también el paso de nuestros seres queridos a la eternidad. Mi madre, siguiendo los pasos de su padre (mi abuelo), le encantaba sacar la miel de las colmenas, colocarlas en el tanque, colarla, e introducirla en estos galones, y fabricó una etiqueta bajo el nombre «Del patio de Asela Mera de Jorge, Miel de la Pasarela». Con su ida a destiempo, debo confesar que hubo un período de muy baja producción, y hasta don Porfirio expresó sus reservas sobre el futuro del apiario.

Decidido a mantener esta tradición, y con el permiso de mi padre, e involucrándome personalmente, iniciamos el rescate del apiario, que básicamente consistió en repoblar parcialmente las colmenas, atenderlas con un seguimiento quincenal, y felizmente el pasado viernes ya recibimos la primera muestra de esta producción: 18 galones y medio, que distribuimos entre nuestra familia. Me sentí muy feliz. Misión cumplida.

La miel es muy dulce y deliciosa. Los panales también. Son tan dulces como mi madre, Asela. Ella estaría muy contenta de ver los frutos de su apiario. Hay más fotos en Flickr.