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Escuela Juan Pablo Duarte, en Haina: SOS

23 Nov


Como les había comentado, el pasado jueves estuve en Haina, visitando algunas escuelas públicas. Todas las escuelas tienen su propia historia y su propio drama. De todas las que visité, he querido dedicar este apunte a la escuela Juan Pablo Duarte, por el significado trascendente de que lleva el nombre de nuestro Padre de la Patria, y por ser la más antigua de todas las que visité.

En Líderes, presenté hoy el recorrido completo, en apoyo a la campaña de la Asociación Dominicana de Profesores por el 4% del PIB para la educación.

Es increíble que, en pleno siglo 21, exista una escuela en estas condiciones infrahumanas. En contraste, en la pizarra, hay un cartel que tiene la siguiente frase:

«Preservar y cuidar nuestra escuela»

También están observando, desde el mural, todo este drama, nuestro Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, nuestra bandera nacional y nuestro escudo nacional, todos dibujados con esfuerzo, aprecio y cariño por los estudiantes.

A esta escuela, con el nombre de nuestro Padre de la Patria, no ha entrado el discurso progresita de la educación. Aquí no hay aulas virtuales ni centros de informática. Tampoco hay higiene, y la letrina no resiste más. Tampoco hay pizarras eléctricas ni tizas de calidad. Y lo más grave, no hay calidad de educación.

La esperanza que ví es que, en medio de todo este entorno, los/as niños/as que asisten a esta escuela tienen la ilusión y el deseo de aprender. No dejemos que esa ilusión se apague.

(Nota: Las autoridades de la Secretaría de Estado de Educación iniciaron la construcción de un nuevo plantel para alojar a esta escuela, pero la misma está paralizada. Ojalá que se puedan reiniciar estos trabajos por el bien de los/as alumnos/as de la Escuela Juan Pablo Duarte, de Haina).

Apoyemos la campaña de la ADP

21 Nov

Ayer estuve en la Escuela Básica de Capotillo, en Santo Domingo, apoyando la campaña de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) por el 4% del Producto Interno Bruto para la educación, tal como está consignado en la Ley General de Educación, pero que nunca se ha cumplido por ningún gobierno.

Me acompañó María Teresa Cabrera, presidenta de la ADP, a quien entrevisté para Líderes, que será transmitido este domingo a las 9am por Color Visión (Canal 9). El programa completo está dedicado a esta novedosa campaña y a elevar el nivel de conciencia sobre la situación de nuestras escuelas.

Luego de firmar mi apoyo a esta causa justa, y por demás legítima, me trasladé a Haina, a visitar el Liceo Félix Jiménez Peña y las Escuelas Básicas Juan Pablo Duarte y Thelma Germán Guante. Los dos primeros tienen más de quince años de existencia, y la última, unos cuatro años de haberse iniciado.

El cuadro que se vive en estos recintos escolares es dramático. No es posible que, en pleno siglo 21, existan todavía niños/as que reciban educación en las condiciones inhumanas en que yo pude comprobar. En las puertas de cada uno de estos recintos se detiene el discurso «progresista» de la educación, del avance tecnológico y de la calidad de la educación, que tanto se habla por los medios de comunicación.

La nota más contrastante fue que, en medio de todo ese entorno, los/as niños/as tienen la voluntad, el deseo y la ilusión de estudiar. No dejemos que esa ilusión se apague.

En Líderes, este domingo, podrán ser testigos de lo antes descrito.

Lo lamentable de todo esto es que el modelo de desarrollo que ha fomentado tradicionalmente el Estado, sobre todo en el campo de la educación, ha expandido la brecha social, y ha divido el mundo de los/as niños/as en dos: Aquellos que se benefician de las bondades de la sociedad del conocimiento y de la información y aquellos que desafortunadamente no se benefician de estas oportunidades. Los últimos son más que los primeros.

De ahí es que hay que introducir cambios urgentes en la educación pública. Comencemos, por lo más simple, que es cumplir con la ley. Luchemos por el 4% del PIB para la educación. A quienes le duela el presente y el futuro de nuestro país, que es un deber estampar su firma en esta causa justa. No se arrepentirán.