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El prólogo de Frank Moya Pons

23 Sep

El gobierno del presidente Leonel Fernández, integrado por dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, es intolerante. No acepta ninguna opinión que no esté de acuerdo con su visión histórica. Porque, en definitiva, y de manera silente, el partido oficial ha querido implantar una nueva historia dominicana, obviando aspectos y elementos fundamentales de la democracia dominicana.

Por eso, cuando René Fortunato, destacado cineasta, publica el libro La Democracia Revolucionaria, con el patrocinio del Senado de la República, incluyendo el prólogo del historiador Frank Moya Pons, desata la ira del presidente del Senado, quien reconoció que, de haber sabido la existencia de ese prólogo con un párrafo del cual no estaba de acuerdo, no lo hubiese patrocinado. Así no se construye la democracia.

He leído el prólogo de Moya Pons, y es el prólogo de un historiador que narra las distintas etapas de la vida de Juan Bosch: El del 1963, el de 1966 a 1978, el de 1978 a 1986, y el de finales de la década de los ochenta hasta su muerte.

El párrafo que molestó al PLD es el siguiente:

«Hubo, finalmente, otro Bosch, que muchos preferirían olvidar hoy, y es el Bosch de la senectud: el hombre que a finales de los ochenta empezó a manifestar síntomas del mal de Alzheimer y que daba continuas muestras de intolerancia y amargura; el político rabioso que peleaba constantemente con sus antiguos amigos, con los miembros de su propio partido, con los periodistas y con los demás políticos: el hombre noble, pero resentido, que fue cayendo lenta e inexorablemente en la decrepitud, como ocurre con tantas cosas en la vida».

Y, a seguidas, agrega:

«Este último Bosch dista mucho, muchísimo, del que René Fortunato retrata en este libro. El Bosch de Fortunato es el Bosch brillante y luminoso, el maestro de la democracia representativa, el pensador y político liberal, el orador deslumbrante y didáctico, el Presidente honesto más allá de lo razonable, el líder político rígidamente coherente con su credo democrático, el verdadero padre de la democracia dominicana».

Ambos párrafos, como todo el prólogo, son juicios del historiador, que retratan la vida de Juan Bosch. Qué distinto, hubiese sido que el PLD, en la voz del presidente del Senado, hubiese saludado ese prólogo, como un ejemplo de la libertad de expresión que, según la Constitución, se vive en la República Dominicana.

Conozco a Frank Moya Pons desde niño. Debería decirlo, al revés, él me conoce desde que yo estaba en el vientre de mi madre. Nos ha tocado vivir momentos estelares, que algún día relataré. Es un historiador excepcional y brillante. Firme, valiente y objetivo. Desde aquí, mis respetos y mi admiración, y mi solidaridad con él, siempre.

Hablando sobre mi padre

12 Mar


Gracias a la gentil invitación del colegio The Community for Learning, ayer viví una extraordinaria experiencia. Los alumnos del último grado de bachillerato y su profesor de Ciencias Sociales, me invitaron para hablar sobre el período constitucional 1982-1986, etapa en que mi padre ejercició la Presidencia de la República, tema que, confieso, pocas veces he tenido la ocasión pública de referirme exclusivamente a él.

Tal como les dije a los estudiantes, lo haría desde mi óptica, de la de una persona que, cuando mi padre era Presidente, tenía catorce años de edad, y que lo que he aprendido de su administración, ha sido por conversaciones con él, con mi madre, y luego de largas horas de lectura de documentos, recortes de prensa y discursos, y claro, después de haber vivido procesos muy dolorosos, de los cuales he aprendido numerosas lecciones.

Que les daría mi valoración, pero desde mi perspectiva, como hijo de mi padre. Igual que, como si a ellos, alguien les preguntare sobre las actividades de sus padres.

Les narré las circunstancias en cómo llegué en el 1978 a vivir en Santo Domingo, cuando mi padre fue electo Senador por el Distrito Nacional, en la boleta del Partido Revolucionario Dominicano; luego la campaña y la elección de mi padre como Candidato Presidencial; su elección como Presidente de la República el 16 de mayo de 1982; su juramentación como Presidente el 16 de agosto de 1982; el contexto internacional y nacional en que se desarrolló su Presidencia; sus metas y sus logros; las dificultades que vivió; y su vida, después del 16 de agosto de 1986; las persecuciones judiciales con fines políticos; el tiempo que estuvo en la cárcel, en 1991, y cómo en medio de estas dificultades me gradué Summa Cum Laude como Licenciado en Derecho; y luego el descargo judicial en el 2001. Les hablé también de su vida actual, ya retirado de la actividades públicas.

Les recomendé que leyeran a historiadores, como Frank Moya Pons, que su obra Manuel de Historia Dominicana, contiene una actualización de últimos gobiernos del país, incluyendo al de mi padre. Creo que su narración de los hechos y sus valoraciones son las más ajustadas a la verdad.

Fue muy enriquecedora experiencia, sobre todo escuchar sus preguntas, comentarios y opiniones. Es importante que nuestros estudiantes sobre todos aquellos que, por razones de edad, nacieron en la década de los ochenta, o con posterioridad a ella, y que no vivieron esta época, tan poco conocida, puedan hurgar más en la historia de nuestro país, y conozcan a los hombres y a las mujeres que han contribuido en la construcción de la democracia, desde 1961 hasta la fecha. Felicito esta iniciativa de esta institución educativa.

Finalizo, compartiendo con ustedes, mi respuesta ante la pregunta de cómo definiria a mi padre: «Mi padre fue y es un demócrata, orgulloso de haber ejercido la posición privilegiada de Presidente de la República, y de haber contribuido con la transición democrática del país, con su fe inquebrantable en el presente y en el futuro de nuestra Nación».

Al concluir, les mostré a los estudiantes, previo permiso de mi padre, la banda presidencial que usó cuando se juramentó como Presidente de la República, y el Gran Collar de la Orden de Duarte, Sánchez y Mella, que solo usan quienes han sido electos como Presidente de la República. De igual manera, en su nombre, donamos una colección de sus obras completas para la biblioteca del colegio.