Para comprender lo que hoy ocurre hoy en Ucrania, hay que revisar su historia. El país siempre ha estado dividido, entre los que quieren su ingreso a la Unión Europea, y los que quieren su dependencia de Rusia. La mayoría que vive en el Oeste, donde queda Kiev, son los que promovieron el derrocamiento del anterior presidente, y son los que favorecen el ingreso de Ucrania a la Unión Europea. Pero, los que viven en el Este y en el Sur, donde queda la península de Crimea, favorecen a los rusos.
Hasta 1954, Crimea pertenecía a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pues es la región que sirve de acceso estratégico al Mar Negro. Siempre, los rusos han tenido allí una base naval. En 1954, Crimea fue integrada a Ucrania, pero mantenido un estatuto autónomico, muy diferente al de las otras regiones que integran Ucrania. De hecho, cuando Ucrania adquirió su independencia en 1992, para mantener a Crimea, tuvo que concederle mayor autonomía.
Ayer, Putin anunció que tropas rusas ocuparían militarmente Crimea para proteger su base naval y a los ciudadanos rusos que viven en la región. Ante el anuncio, Obama llamó a Putin, y hablaron por espacio de 90 minutos. La advertencia a Putin fue clara: Si se produce una ocupación militar en Ucrania, habrá consecuencias. No es la primera vez que esto ocurre. Solo recordar que en 2008, Putin ocupó militarmente la República de Georgia, ante la indiferencia de la comunidad internacional.
Parece que en esta ocasión, las cosas no seguirán igual. Ya se ha anunciado la posposición de la reunión preparatoria del G-8 que sería en Sochi, Rusia, y algunos amenazan con excluir a Rusia de ese exclusivo grupo. Otros más sensatos, como Merkel, plantean que se forme un Grupo de Países para dialogar sobre el conflicto en Ucrania.
Es un pulso de poder. Rusia en contra de la Unión Europea y Estados Unidos. ¿Quién ganará? Está por verse. La lógica indica que deben agotarse todas las opciones antes de un conflicto bélico de proporciones indescriptibles. Veremos.
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