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La foto: El sacerdote y el teniente

6 Ene

Fotografía ganadora del Pulitzer en 1962.

 

Es la foto ganadora del Pulitzer en 1962. El fotógrafo fue  Héctor Rondón Lovera, siendo la única vez que un venezolano se adjudica este premio de alto reconocimiento mundial. La foto recoge el momento en que el capellán Luis María Padilla trata de poner en resguardo al subteniente Luis Antonio Rivera Sanoja, durante el Porteñazo, rebelión militar que ocurrió en Venezuela en 1962, en contra del presidente Rómulo Betancourt.

(Vísto, aquí).

Rómulo Betancourt, la anécdota

20 Sep


El 24 de junio de 1960, Rómulo Betancourt fue objeto de un atentado financiado y auspiciado por Trujillo. Para esa época, Betancourt tenía adversarios tanto en la izquierda como en la derecha. Lo siguiente ocurrió así:

«Cuando estalla la bomba, es famoso que Betancourt se quema las manos porque el coche está al rojo vivo; y él abre la puerta y logra salir al pavimento aturdido, sin tímpanos. Ha muerto su chófer, y Betancourt saca su revólver y empieza a ver a su derredor. Un edecán – que fue quien me lo contó- se le acerca y le dice: «presidente» y Betancourt le pregunta: «Quién es usted?». «Soy yo, su edecán». «Ah, bueno, sácame de aquí, muchacho.» «Voy a llamar una ambulancia». «No, teniente, usted me saca de aquí pero en coche de cualquiera de los mirones que están viendo este desfile». Señala alguien al azar y dice: «Ese tipo debe tener un carro». El tipo era un portugués, y es en la camioneta de ese portugués que Betancourt se deja conducir nada menos que al hospital universitario, nido de comunistas.»

«Cuando lo van a operar, cuando le van a atender sus primeras quemaduras, con audacia y presencia de ánimo dice: «Convócame al gabinete y convócame a los dos presidentes de los partidos de la coalición. Voy a salir en vivo de aquí y además tengo que hablar en televisión». «No, que lo queremos dormir». «Usted no me va dormir, usted me cura y yo tengo que hablar en televisión».

«Betancourt sale del hospital universitario donde han podido rematarlo. Sale para Miraflores, quiere hablar por televisión. Pero tiene las manos vendadas y le han reventado un tímpano. Su sastre tiene que romper las sisas de las mangas, y Betancourt hace una locución muy breve:

«Conciudadanos, he sido víctima de un atentado de la derecha militar; sé que es Trujillo, este gobierno va a hacer lo que tenga que hacer para sacar a la República Dominicana de la OEA».

«Siempre habló desde un punto de vista muy institucional. Se refería a esa famosa doctriba de que los gobiernos militares tenían que ser sacados de la OEA. Anuncia que estaba en perfectas condiciones, y que iba a seguir al frente y que había fracasado la intentona de asesinarlo.»

«Se apagan las luces, se voltea hacia su edecán y le dice: «Ahora sí puedo desmayarme», y se desmayó. Ese es Betancourt».

Transcripción del libro El Poder y el Delirio, páginas 246 y 247.

Fidel Castro y Rómulo Betancourt, la reunión

17 Sep


Para entender el presente, hay que conocer el pasado. Fidel Castro y Rómulo Betancourt, ambos en la cúspide de sus respectivas carreras, en 1959, específicamente en enero. El guerrillero que venía de derrocar al dictador, y luchaba por la revolución socialista, y el prócer que, por las urnas, era electo presidente de Venezuela. Es muy poco lo que se ha documentado de aquella reunión del 25 de enero de 1959 en casa de Betancourt. Apenas, la cronología publicada por la Fundación Rómulo Betancourt se limita a decir: «Entrevista en la casa RB, Presidente electo, con Fidel Castro.»

El expediente rojo escuetamente dice sobre esta reunión:

«Su encuentro con el candidato electo Betancourt no es tan afortunado: la falta de empatía es manifiesta desde el primer momento y, posteriormente, las relaciones entre ambos gobiernos se dificultarán hasta llegar a la ruptura.»

En la biografía de Betancourt en Wikipedia, solo se afirma:

«Castro se entrevistó con Betancourt, pero no hubo ningún tipo de empatía de parte del presidente venezolano con el insurgente cubano.»

Increíblemente, hay tantas fotografías de Castro, durante su visita de tres días en Caracas en 1959, y hay tantas fotografías de Betancourt de esos años. Sin embargo, que tenga conocimiento, no hay una sola fotografía de ese encuentro.

¿Qué fue lo que hablaron ambos líderes? ¿Por qué todas las crónicas coinciden en que no hubo empatía? ¿Que provocó ese distanciamiento?

En Poder y Delirio, Enrique Krauze dedica quince líneas que dicen la realidad de lo ocurrido:

«No sólo los estudiantes revolucionarios militan contra Betancourt. También Fidel Castro. El 24 de enero de 1959 viaja a Caracas (donde recibe una bienvenida apoteósica) y visita a Betancourt (entonces presidente electo) para pedirle petróleo. Betancourt le responde que el pueblo venezolano no regala el petróleo, lo vende y que no hará una excepción en ese caso. El encuentro -según los pocos testigos – es breve y áspero. Betancourt lo cala y sabe que Castro será, a partir de entonces, su enemigo mortal. Las ejecuciones que se practican en la isla lo alejan más. En noviembre de 1961 Cuba y Venezuela rompen relaciones. Agraviado por su expulsión de la Organización de Estados Americanos u OEA (aprobada a iniciativa de Betancourt en enero de 1962, en Punta del Este, Uruguay, con la solitaria oposición de México), Castro tiene sus puestos en Venezuela y en su petróleo».

Así fue la primera y única reunión entre Castro y Betancourt, con sus consecuencias. Ahora se puede comprender mejor el contexto actual de las relaciones entre Cuba y Venezuela.

Rafael Caldera, adiós a un demócrata

25 Dic

Cuando se escriba la historia de la democracia en Venezuela, los nombres de Rómulo Betancourt, Rómulo Gallegos, Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera deberán ocupar lugares estelares, con sus altas y con sus bajas, pues al final, los políticos son seres humanos, también, con virtudes y defectos. Por eso, al recibir ayer la noticia del fallecimiento de Rafael Caldera, Ex-presidente de Venezuela, reconozco que Venezuela ha perdido a uno de los constructores de su democracia, particularmente aquél país que siempre fue admirado por todos los latinoamericanos, y que siempre estuvo presente y solidario con las causas democráticas de América.

Siempre he creído que los políticos no pueden ser juzgados por determinados hechos aislados en sus vidas, sino por su trayectoria completa de aportes a la democracia. Caldera le correspondió vivir dos etapas, como presidente de Venezuela, en épocas diametralmente distintas. Cuando fue presidente de Venezuela en la década de los setenta, le correspondió vivir los años dorados. No así, cuando ejerció la presidencia en la década de los noventa, cuando ya el país comenzaba a mostrar síntomas de cansancio sobre los partidos políticos tradicionales, y tuvo que indultar al entonces ex-coronel Hugo Chávez, quien había sido acusado y detenido de golpe de estado. Al indultarlo, Caldera le abrió el paso a Chávez, y ya la historia es conocida.

Político, de alto talante democrático, y jurista especialista en derecho laboral, con grandes aportes a la bibliografía jurídica latinoamericana, Caldera es un símbolo de la democracia venezuela. Y ha muerto como mueren los grandes, con la dignidad en alto. Su familia ha rechazado los funerales oficiales por parte del actual gobierno venezolano. Descanse en paz, don Rafael.