
Italia tuvo ayer su primavera. La crisis, los mercados y la Unión Europea terminaron con el poder político de Silvio Berlusconi, quien renunció como primer ministro. Italia estuvo de fiesta. Así concluyeron 17 años de presencia e influencia en la política italiana por un líder que, en su momento, tuvo todo a sus pies. Multimillonario, propietario de medios de comunicación y empresario, Berlusconi llegó a ostentar una extraordinaria concentración de poder político y económico. Lo que él menos pensaba, era que sería tragado por la crisis. Lo que la democracia no pudo hacer, lo hizo la economía.
Oportuno es reconocer el rol responsable que ha jugado el presidente de Italia, Giorgio Napolitano. Italia es una república, cuna de las instituciones democráticas. El presidente es el Jefe del Estado, quien garantiza la unidad y el funcionamiento de las instituciones, especialmente el Senado y la Cámara de Diputados, quienes lo eligen por un período de siete años. Napolitano, integrante del Partido Comunista Italiano, ha jugado en la semana pasada un rol estelar. Fue Napolitano que pidió un cambio en el gobierno, ante los reclamos de la Unión Europea. Fue quien pidió la dimisión de Berlusconi. Ayer sábado por la noche, Berlusconi le entregó su renuncia. En una sociedad política, caracterizada por el simbolismo de la ‘buena vida’ de il Cavalieri, Napolitano representaba y representa la dignidad en el ejercicio de la política.
El presidente Napolitano ha logrado la formación de un gobierno integrado por tecnócratas, encabezado por Mario Monti. Es un gobierno de transición que implementará las reformas económicas y de austeridad concertadas con la Unión Europea. Oportunamente, convocará a elecciones para el año próximo. Mientras todo esto ocurre, Italia celebra el fin de la Era de Berlusconi. Continuaré dando seguimiento a este tema.
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