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1978, Colegio Las Américas

16 Dic

Ese fue el último año en el que Dilia y yo atendimos al Colegio Las Américas, en Santiago, República Dominicana. Yo concluí la primaria, y si la memoria no me falla, creo que Dilia estuvo hasta segundo grado de primaria. La razón de nuestra abrupta terminación fue el hecho de que mi padre resultó electo Senador por Santo Domingo, Distrito Nacional, Capital de la República, y tuvimos que mudarnos, a iniciar una nueva vida en la capital.

Nuestra casa en Santiago quedaba en la Ave. Estrella Sadhalá, en donde está una importante agencia de venta de vehículos, casi llegando a la rotunda de la Ave. Bartolomé Colón. El colegio quedaba en la Ave. Juan Pablo Duarte, casi al lado de Codetel. Desde mi casa, era unos 10 minutos en carro, y unos 30 minutos caminando. Cuando mis padres no nos podían llevar, nos íbamos con el jardinero, a veces caminando, y otras veces, íbamos montados en burro. Dilia y yo lo disfrutábamos. Era parte de la aventura.

Mi madre siempre atenta, daba instrucciones precisas sobre nuestra merienda, que era muy particular. Nos ponía jugo de naranja, casabe tostado, queso y huevos hervidos, pues ese era el desayuno de mis padres, y como niños al fin, queríamos lo mismo que ellos desayunaban.

El Colegio Las Américas había sido fundado en 1966 (el mismo año de mi nacimiento) por Orestes e Igna Martínez, educadores cubanos que se establecieron en Santiago. Fueron parte del exilio cubano que se radicó en Miami, a la llegada del régimen castrista en Cuba. Era un colegio al que asistían los hijos de la clase media. De Las Américas, han salido excelentes profesionales en distintos quehaceres, y personas que son reconocidas por su trayectoria moral y familiar. A Las Américas, se le unía una excelente oferta educacional en Santiago, que incluía el Colegio La Salle, el Instituto Iberia, y el Evangélico.

Las Américas cerró sus puertas a principios de los noventa. Tengo muy gratos recuerdos de Orestes e Igna Martínez, ambos fallecidos, así como de los profesores de la primaria, y lógicamente de mis compañeros de primaria, con quienes me he encontrado ya en el ejercicio de la actividad política y profesional. Los ex-alumnos tienen un grupo en facebook para mantener ese vínculo, lo cual es una excelente iniciativa.

Aún cuando hice mi secundaria en el Colegio Loyola en Santo Domingo, mis padres siempre mantuvieron relaciones con Orestes e Igna. En la foto que comparto con ustedes, están Igna y mis padres, en una visita que le hicieron a ella en su casa en Santiago, antes del fallecimiento de Orestes. Igna, siempre fue una maestra, y le guardo a ella profundo respeto y admiración.

Hoy mi padre cumple 27 días en estado de coma, luchando por vivir. Dilia y yo estamos agradecidos de la educación que tanto mi madre como él nos dieron, y nos permitieron recibir, como mucho esfuerzo y sacrificio.

1926, la familia

12 Dic


Mi padre nació en 1926, en Santiago, República Dominicana. Sus padres eran Pedro María Jorge y Dilia Blanco. Mi abuelo fue comerciante. Mi abuela dirigía el hogar. Pocos conocen que mi abuelo tuvo una industria licorera (que llegó a fabricar el «Cognac Jorge»), la cual tuvo que ser vendida luego por sugerencia de mi padre a otra importante empresa licorera, en un momento muy difícil. Con el producto de esa venta, mi padre le recomendó a mi abuelo que hiciera una inversión en las empresas Leon Jimenes, participación que se ha mantenido desde la década de los cincuenta hasta estos días. Mi abuela «Mama Limbert», como le decíamos sus nietos, era una mujer de trabajo, muy educada. Mi padre me contó que ella era muy amiga de doña Trini de Moya, la esposa de Horacio Vásquez, quien fue presidente de la República. Doña Trini, quien vivía en Tamboril, de donde es oriunda mi abuela, fue la autora del himno de las madres. En su casa, mi abuela escuchó las primera notas de unas de las canciones más bellas y hermosas de la humanidad.

Sus hermanos eran Pedro Jorge Blanco, uno de los mejores patólogos del país (incluso, el Laboratorio Pedro Jorge Blanco es una institución reconocida actualmente en todo el país), y Lidilia Jorge Blanco, quien tuvo experiencia en el mundo de las artes y de la música. Tía Lidilia tocaba el piano, tío perucho el violín y mi padre el cello. Una familia corta, pero cargada de los valores que integran la honestidad, el trabajo y la unión. De los tres, el único que se dedicó a la política fue mi padre. Siempre recibió el apoyo de sus padres y de su familia, particularmente en sus estudios. Mi abuelo hizo muchos sacrificios para que mi padre estudiara el doctorado en derecho en Madrid en 1952, una época de crisis y de mucha austeridad en España y aquí.

Mi abuelo nunca pudo ver a su hijo como presidente, pues falleció a inicios de 1982. Sin embargo, mi abuela sí pudo verlo, aunque nunca visitó el Palacio Nacional, ni sus hermanos tampoco, lo cual revela el desapego al poder, característica excepcional en estos tiempos. Cuando mi abuela falleció, mi padre no pudo estar presente, pues él se encontraba en Atlanta, Georgia, en 1988, bajo prescripción médica. Fue un día muy triste, en el que sintió la impotencia de no poder estar a su lado, y le escribió una carta la cual conservo. Mi padre siempre nos ha hecho anécdotas de mis abuelos, de su integridad, y de sus sentimientos por la democracia. Mis abuelos nunca apoyaron a la dictadura. Fueron amigos de Juan Bosch y de Peña Gómez, y de toda una generación de políticos.

Ese fue el hogar que vió nacer, crecer y desarrollar a mi padre, quien hoy cumple veintitrés (23) días en estado de coma profundo, luchando por su vida misma. Cuántos recuerdos.

Nota sobre la foto: Mi abuela, Dilia Blanco, cariñosamente «Mama Limbert», con su hijo, Salvador Jorge Blanco, mi padre, en un estudio fotográfico.

1972, Los totumeros

4 Dic


Ese era el nombre que mi padre le puso al equipo infantil de beísbol que teníamos en Santiago. Estaba integrado por mis primos y los vecinos de la Ave Estrella Sadhalá. Jugábamos en el patio de mi casa, que estaba muy por encima del nivel de la calle, y por esa razón, era una especie de totuma o «chichón». Tengo gratos recuerdos de muchas pelotas de beísbol que caían en la calle, y que a veces golpeaban a los vehículos que transitaban, y como niños, al fin, salíamos corriendo cuando el conductor de un vehículo iba a mi casa a reclamar. Era recibido por mi padre, quien nos daba nuestra respectiva reprimenda. Momentos inolvidables.

Todos los domingos nos levantábamos a las cinco de la madrugada, para llegar primero al Monumento, y «tomar» el play, que estaba donde está ahora construido el Gran Teatro Cibao. Quienes llegaban primero al play, eran los primeros en jugar. Ahí iban niños de La Joya, de Los Pepines y de Pueblo Nuevo, contra quienes jugábamos, sin mayores formalidades. Eran juegos de puro entretenimiento. Luego terminábamos en los famosos «paragüitas», tomando refrescos.

Mi padre le gusta el beísbol. Lo ha seguido siempre. Es fanático de Las Aguilas Cibaeñas. Recuerdo que a principios de la década de los setenta, yo iba al estadio uniformado con el No. 1 de Miguel Diloné. Muchos años después, le comenté esto a Diloné, a quien admiro y respeto.

Muy pocos saben que mi padre fue jardinero derecho del equipo de softball «Los Leguleyos», que era un equipo integrado por abogados de Santiago, y que se reunían semanalmente para entretenerse en medio de sus actividades profesionales. Don Cuqui Córdova, su amigo de siempre, ha escrito sobre esto.

El viernes 19 de noviembre de 2010, el día antes de ocurrir el accidente que lo mantiene luchando entre la vida y la muerte, hablamos sobre beísbol. Estaba entusiasmado. Quería ir el sábado para Santiago, lo cual se quedó solo en palabras. Hoy mi padre cumple quince días en estado de coma profundo. La pelota y también la política son parte de su historia.

Nota sobre la foto: Es una foto del 1985, muy característica. Mi padre siempre usaba las manos como recurso de oratoria. Esas manos que están hoy luchando por vivir, son las mismas que afortunadamente vencieron muchas adversidades. Son las mismas que diariamente tocamos en señal de respeto y de admiración.

Entre las Presas de Tavera y Bao

2 May



Ayer estuve en el Distrito Municipal de El Caimito, Jánico, en la provincia de Santiago, que está en una posición privilegiada, pues antes de llegar, hay que cruzar el puente que separa a la Presas de Tavera y Bao. Es un lugar precioso, aunque debo confesar que recordé el drama vivido en el 2007, por la negligencia del gobierno. También, observé el nivel de las presas está muy bajito, lo que demuestra la sequía a la que estamos actualmente expuestos.

Comparto con ustedes dos fotos, una en la que me captaron, poniendo un Tweet, y la otra, que corresponde al Canal que une a las dos presas. Es un lugar espectacular. Hay que ayudar a toda esta zona para que pueda sacar más provecho, desde el punto de vista turístico a este importante complejo.

Santiago visto por Thiago da Cunha

17 Abr

La edición correspondiente al mes de marzo/abril, de la revista Santo Domingo Times, trae un especial sobre «Santiago, cosmopolita y encantador», que tiene una serie de fotografías captadas por el lente de Thiago da Cunha. La revista publica seis fotos de distintos lugares y estampas de Santiago. La que más me ha gustado es la espectacular vista nocturna de la ciudad desde Camp David. Todavía la edición del mes no está on-line, pero quienes puedan adquirirla, podrán disfrutar de excelentes fotos, a parte de la entrevista que ofreció el reputado fotográfo sobre la ciudad corazón.

Cantisano en el Centro León

2 Abr

El pasado 25 de marzo, el Dr. Rafael Cantisano Arias, médico de gran prestigio en Santiago y en la zona norte del país, fue reconocido como gestor de la cultura popular dominicana en un acto celebrado en el Centro León. La actividad cargada de anécdotas y de un recorrido por los festivales folklóricos de La Isabela, Puerto Plata, concluyó con la donación por parte del Dr. Cantisano Arias de su acervo documental y fotográfico sobre estos temas al Centro León para que pueda ser consultado por el público en general.

La verdad es que, tal como dice el Bacho, Cantisano fue más que el médico de Mamey, un hombre de vasta cultura que através de la medicina comunitaria, incursionó en la cultura popular de La Isabela y de toda la zona, haciendo importantes investigaciones, junto a otros destacados investigadores dominicanos.

El mismo Cantisano, en esta entrevista, señala cómo el médico no puede mantenerse al margen de la realidad socioecónomica y cultural de la comunidad:

«Claro. La medicina no puede echar de lado los aspectos económicos de una región porque se refleja en los enfermos, en su forma de alimentación, en su cultura, en su educación. Y por ello el Festival está relacionado a estos procesos.»

Me sentí muy orgulloso de leer todo esto sobre el Dr. Rafael Cantisano Arias, por un aspecto que me toca personalmente. Es mi tío. Siempre lo he admirado por su conducta intachable y por su vocación al servicio médico. Miles de dominicanos han pasado por su consultorio, y han palpado su calidad humana. Sé que mi tío Perucho, de haber estado vivo, hubiese estado en primera fila en esa actividad, como lo estuvieron sus hijos, nietos y mis primos.

Felicidades, Tío Rafael. Con mi admiración.

Menos de 1%

5 Mar

Durante esta semana, las principales organizaciones de Santiago suscribieron el documento titulado “Compromiso de Santiago”, el que expresan la realidad de lo que ha vivido esta provincia en los últimos años: El gobierno ha invertido menos del 1% del Producto Interno Bruto, a pesar de que Santiago aporta el 20% de impuestos que recibe el Estado. En otras palabras, Santiago no está entre las prioridades del gobierno.

Revisando el presupuesto del 2010, compruebo que, para este año, están presupuestadas 43 obras para ser realizadas en la provincia, con una inversión ascendente a RD$3,453,234,005.00, que corresponde exactamente a menos del 1% del PIB, con lo cual se comprueba lo afirmado por los empresarios de Santiago.

Entre las obras presupuestadas están: Reconstrucción, saneamiento y pavimentación de la Avenida Circunvalación, Construcción y reconstrucción de carreteras Región Cibao Central, reconstrucción de la carretera Santiago-Licey, reconstrucción carretera Licey-Moca, construcción y reconstrucción de carretera Region del Valle, y la reconstrucción de la carretera San José de las Matas-El Rubio.

También se encuentran presupuestadas varios centros de salud, construcciones de Centros Tecnológicos, reconstrucción de centros religiosos, construcción y adecuación de bibliotecas universitarias, caminos vecinales, reparaciones de puentes, como el puente Hermanos Patiño, y la reparación y ampliación del Estadio Cibao.

Ahora bien, esta suma es lo presupuestado. Para que nadie se confunda: Una cosa es lo presupuestado, y otra cosa es lo ejecutado. Al ver estas 43 obras, me pregunté, ¿cuáles de esas se están ejecutando actualmente en Santiago? Al día de hoy, ninguna de estas obras se están ejecutando, y las autoridades deberán explicar por qué se ha incluido en el presupuesto del 2010, la construcción del puente sobre el río Las Lavas, en la autopista Joaquín Balaguer, si ésta obra fue terminada el año pasado.

43 obras presupuestadas, ninguna ejecutada. Santiago no se merece esto. Una prueba más de la necesidad de que exista un contrapeso en el Congreso Nacional, con legisladores que representen a Santiago, y no a los intereses del gobierno.

Santiago, la peor situación laboral

9 Jun


Si alguien tiene duda de cómo la crisis internacional, sumada a erradas políticas oficiales, ha impactado al país, solo tiene que ver lo que está sucediendo en Santiago. Recientemente, la Secretaría de Estado de Trabajo, con la asistencia del Banco Interamericano, presentó el estudio titulado «Mercado laboral de la provincia de Santiago, Elementos de un plan de acción para generación de empleo». Es lamentable que un estudio, tan detallado con niveles apreciables de información, no esté disponible en la web, todavía.

Los números hablan por sí solos del impacto negativo en Santiago, especialmente por el cierre de las empresas de zonas francas, presionadas por el recorte de costos en sus casas matrices ubicadas en Estados Unidos de América. Para el 2005, las empresas de zonas francas empleaban 72,887 personas, cifra que se había reducido a 54,189 en el 2007. Fue en este año, que el 12% de las personas desocupadas en Santiago proveníam de empresas de zonas francas. Solo en prestaciones laborales, se pagaron apróximadamente RD$4,800 millones.

Importante es señalar que el referido estudio confirma que, a nivel nacional, la actividad de zonas francas redujo el número de empleados desde alrededor de 190,000 trabajadores en 2004 hasta cerca de 128,000 en 2007. Es decir, 62,000 mil empleos menos, al 2007.

El informe se pregunta, ¿cómo ha repercutido el aumento del desempleo en zonas francas sobre el resto del mercado laboral de Santiago? He aquí la respuesta:

«En principio, el aumento del desempleo en zonas francas puede dar lugar a distintas formas de ajuste en el resto del mercado provincial. En un caso extremo, el nivel de salarios en la provincia podría mantenerse rígido a la baja, y todo el ajuste tendría lugar a través de un aumento del desempleo; en el otro extremo, los trabajadores desplazados de las zonas francas serían absorbidos por el resto de las empresas, pero esto requeriría una caída significativa en los niveles de salarios. En el caso de Santiago, ambos efectos parecen estar presentes en alguna medida, de forma tal que se observa un aumento en la tasa general de desempleo junto a una caída en los niveles provinciales de salario real

Un dato curioso es, según el informe, y de acuerdo a estimaciones realizadas en el 2006, «alrededor de 20% de las personas que pierden un empleo en la provincia de Santiago tardan al menos un año en volver a ser empleadas».

Es lamentable que el gobierno no hubiese sido más activo en redefinir el modelo de desarrollo de las zonas francas. Es más, el gobierno llegó a hablar del agotamiento del modelo de zonas francas, cuando lo que debió haber hecho fue incentivar las capacidades en la formación de los recursos humanos. Hoy, Santiago está cosechando las consecuencias de la indiferencia oficial ante una realidad que se venía ver, con la conclusión del Acuerdo Multifibras y su sustituto, el Acuerdo de Vestidos y Textiles, en el seno de la Organización Mundial del Comercio, sin adicionar la crisis global que tuvo su epicentro en Estados Unidos de América. La faltó visión al gobierno, unido a una ausencia de voluntad política para enfrentar este desafío.

Felicito a la Secretaría de Estado de Trabajo por aportar este informe al debate nacional, y sobre todo por incentivar la discusión sobre los ejes que deberán marcar el presente y el futuro, no solo de Santiago, sino de nuestra nación, sobre lo cual me referiré oportunamente.

El Monumento de Santiago

15 Mar


Ayer estuve en mi ciudad natal, Santiago, República Dominicana, y luego de agotar mi agenda, visité el Monumento a los Héroes de la Restauración. La foto que comparto con ustedes la tomé desde el paso a nivel que está a la entrada de la ciudad, un poco después de pasar por el frente de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra.

La historia del Monumento es muy rica. Forma parte de los recuerdos lisonjeros de la dictadura de Trujillo, pues, en su momento, éste fue el «Monumento a la Paz de Trujillo», y la estatua que estaba en el tope, era la de nada más y nada menos que la del dictador, en un claro ejemplo de cómo gran parte de la sociedad se postró a sus pies en el 1944. Aquí pueden leer este interesante reportaje publicado la semana pasada en el diario Hoy.

Terminada la dictadura, y con los aires de la democracia, el Monumento se transformó en un reconocimiento a los Héroes de la Restauración. Luego de un largo período de falta de mantenimiento, el actual gobierno y el Ayuntamiento de Santiago lo remodelaron con una cuantiosa inversión, y luego de haberlo visitado, felicito esta iniciativa.

Comparto con ustedes, los detalles gráficos de lo que más me impactó de mi visita: Primero, es un monumento imponente. Segundo, me encantó el Escudo Nacional. Tercero, el mural de la familia, de la autoría de Vela Zanetti, es impresionante. Cuarto, el crecimiento de la ciudad de Santiago. Quinto, la explanada donde está ubicado el Gran Teatro Cibao.

En ese lugar, donde está ahora el Gran Teatro, años atrás, en la década de los setenta, en esos terrenos se jugaba beísbol, y yo iba, junto a mis primos y vecinos, a jugar todos los domingos, y había que ir, bien temprano para «tomar» el «play». También, en esos terrenos, funcionaban unos «paraguitas», que, por lo menos dos o tres veces a la semana, mis padres me llevaban para compartir y pasar el tiempo. Asimismo, los Circos que llegaban a Santiago, se instalaban ahí. La verdad es que el tiempo pasa y es implacable, pero los recuerdos son imborrables.

Para entrar al interior del Monumento, hay que pagar veinte pesos (RD$20.00), lo cual es un precio razonable. Aunque en el último piso, hay como una especie de «stand» que promociona y comercializa algunos artículos de promoción y libros históricos, no tenían disponibles «brochures» sobre la obra (Al decir, de la guía turística, se «habían agotado hace tiempo»). Tampoco, existe un sitio oficial en Internet que promocione el Monumento. Son detalles que, en este siglo 21, hacen falta.

Fue muy grato ir al Monumento y revivir recuerdos del Santiago que me vió nacer y crecer.