Archive | febrero, 2011

La foto, Balaguer y Lyndon Johnson en 1967

20 Feb


Viendo la ola de cambios en Tunisia, Egipto y posiblemente en otros países árabes, hay que revisitar la historia. Esos monstruos que el imperio creó son los mismos que la ola del pueblo se ha llevado y se llevará. No me cansaré de decirlo: la política exterior americana es la misma, solo han cambiando sus actores, que tienen discursos diferentes al pasado, pero, en esencia, el «Big Stick» es el mismo.

El 24 de abril de 1965, patriotas dominicanos iniciaron lo que se conoció como la revolución de abril, que consistió en reclamar la vuelta de la constitucionalidad pisoteada con el golpe de Estado de 1963 al presidente Juan Bosch. El movimiento estaba integrado por militares leales a la Constitución de 1963 y por destacados profesionales y civilistas del país. Como conscuencia de distorsionados informes de inteligencia, el gobierno del presidente Lyndon Johnson decidió invadir a República Dominicana con tropas americanas, que desembarcaron el 29 de abril de 1965, bajo el pretexto de que había que impedir que Santo Domingo se convirtiera en otra Cuba. Luego de intensas negociaciones que duraron alrededor de tres meses, y luego de que oficialmente las tropas americanas abandonaran el país, se convocaron elecciones para el 1 de junio 1966.

¿Qué hizo el gobierno de Estados Unidos? «Lograr que Balaguer sea elegido en elecciones que tengan sentido» (copiado textualmente del memorándum del 14 de marzo de 1966 dirigido al presidente Johnson por un funcionario americano). Para ello, era necesario que: a) Lograr una gran cantidad de votos porque eso favorece a Balaguer; b) Mantener al PRD – si no a Bosch – en la contienda para que las elecciones tengan sentido; c) Evitar que García Godoy, presidente interino, se mantuviera en el cargo más allá del 1 de junio. Todo fue fielmente ejecutado. Balaguer «ganó» las elecciones el 1 de junio de 1966. Fue juramentado el 1 de julio de 1966, con la presencia del Vicepresidente de Estados Unidos, Hubert Humphrey.

En la foto, Balaguer reunido con Johnson, en Punta del Este, Uruguay, en abril de 1967. Nunca se habían visto personalmente. Desde entonces, la historia es conocida. Sin dudas, como le dijo un agente de la CIA a Pierre Salinger, periodista y jefe de prensa de Kennedy, cuando le preguntó sobre qué había hecho antes de irse a Vietnam en 1967: «Yo estuve en Santo Domingo donde mi misión fue asegurarnos que Balaguer ganase las elecciones». Bernardo Vega lo relata todo, aquí.

El arte dirigir

19 Feb

Ricardo Muti, reputado director de orquesta, explica genialmente el arte de dirigir. Sus consejos se hacen extensivos a la política, y en general, a toda empresa en que la sea necesario gestionar recursos humanos. Les dejo con Muti:

(Visto aquí).

Rahm Emanuel, la maquinaria política

18 Feb

La ciudad de Chicago eligirá el próximo martes 22 de febrero a su próximo Alcalde, luego de que su actual incumbente, Richard Daley, anunciara su retiro. La elección, por lo tanto, será el centro de atención política, particularmente en Estados Unidos. Para mí, esa elección me llama la atención por el hecho de que uno de sus aspirantes, Rahm Emanuel, es una fígura política a la que siempre he dado seguimiento. Fue consejero del expresidente Bill Clinton, legislador en representación de Illinois, y fue Jefe de Gabinete del presidente Barack Obama. Es, por lo tanto, un animal político, en el mejor sentido.

Cuando Emanuel comenzó la carrera por la alcadía estaba en un lejano lugar en las encuestas. Hoy es el candidato que ganará, y probablemente lo hará sin necesidad de que ocurra una segunda vuelta electoral. ¿Cómo lo ha hecho Emanuel? ¿Cuál ha sido su rutina? ¿Qué innovaciones ha implementado? Scott Turow, brillante novelista y articulista, estuvo con Emanuel y escribió este excelente reportaje: One-Man Political Machine. En pleno siglo 21, a pesar de la tecnología, la política sigue siendo el contacto diario y permanente con la gente, con los ciudadanos. Me ha encantado la idea de Emanuel de que, luego que sea electo, se instalará como Alcalde en los supermercados, en los centros comerciales, en donde está la gente, para estar cerca a sus problemas y buscar soluciones entre todos. Turow, quizás sin proponérselo, ha hecho un manual imprescindible para quienes hacen política.

Obama (44) y Bush (41), el encuentro

17 Feb


Son los gestos que admiro en la política. Probablemente, el que mi padre haya sido presidente de la República contribuya a que le preste especial atención. Hace dos días, el presidente Barack Obama honró al expresidente George H.W. Bush con la Medalla de la Libertad, el más alto galardón que ofrece el gobierno americano a un ciudadano. En la ocasión, Obama expresó:

El Honorable Herbert George Walker Bush. (Aplausos.) Desde su tiempo como un condecorado piloto de la Armada a sus años en la Casa Blanca como el presidente 41 de Estados Unidos, el presidente George Herbert Walker Bush ha llevado una vida marcada por un profundo compromiso de servir a los demás. Como presidente, que confirmó el valor de la libertad americana durante un tiempo de renovación y promesa. Como un ciudadano privado, que ha unido a los estadounidenses en tiempos de crisis, prestando su incansable labor a los hombres y mujeres cuyas vidas han sido trastornadas por desastres. Sobre el arco de su vida, el Presidente Bush ha servido a nuestra nación como una fuerza tremenda para el bien, y nos sentimos orgullosos de él, y lo felicitamos por su dedicación inquebrantable a nuestro país y nuestro mundo.

Al lado se quedaron las diferencias. Esa noche hubo otros importantes recipientes de la Medalla de la Libertad, pero, sin dudas, el gesto de honrar en vida al expresidente Bush engrandece al presidente Obama. Así se hace. Y, por estas latitudes, nos queda un largo camino por recorrer en el fortalecimiento de las instituciones democráticas, siendo la Presidencia, una de ellas.

‘Black Swan", el dolor de la perfección

16 Feb

Black Swan o Cisne Negro es la historia de la perfección extrema. Es el retrato del sacrificio, de la mortificación, y del dolor que padecen quienes practican ballet. Ser perfeccionista tiene sus riesgos, y cuando se trata de ser perfeccionista a lo extremo, es mucho más grave. Obsesivo y perfeccionista es una combinación que se traduce en pura dinamita. Pocas veces, había visto las interioridades que acontecen en las escuelas o compañías de ballet, la competencia interna, los celos, la envidia, la ambición. A veces, detrás de la belleza de un baile, existen las mismas luchas que acontecen en otros estamentos de la sociedad.

Ahora, si alguien quiere ver a la próxima ganadora del Oscar como mejor actriz, tiene que ver Black Swan. Cisne Negro es, en sí misma, Natalie Portman, quien interpreta el papel de Nina. Al margen de su impresionante transformación para convertise en bailarina, Portman escenifica el mejor rol de toda su carrera. Ella, en su afán desmedido de ser perfeccionista obsesiva, no solo es una contendora que busca el mejor rol en la obra, sino que es mártir de su arte. Todo lo que hace para mantener su figura, incluyendo autoflagelaciones, provocaciones de vómitos, ejercicios dolorosos en los pies. Portman logra, adicionalmente, manejar unas relaciones complicadas con su madre, quien era bailarina, pero nunca con la esteralidad de la hija. La actuación de Vicent Cassel, como el director de la compañía, es excepcional, igualmente. Portman vive en un constante drama sicológico que la convierte, a veces, en un manso de paz, y, en otras veces, en persona muy temible, capaz de hacer cualquier cosa en aras de lograr su objetivo.

El director de la película Darren Aronofsky une toda una serie de elementos, como la magnífica fotografía, y tomas en corto de los actores que hacen que el espectador se sienta virtualmente adentro de la película. Finalmente, ver a Winona Ryder haciendo el papel de Beth, representó para mí un justo reconocimiento a su carrera.

El verdadero discurso del Rey

16 Feb

A principios de mes, escribí este apunte sobre The King’s Speech. En el blog de Ramón Lobo, he encontrado este video en el que aparece el verdadero Rey Jorge VI pronunciando un discurso en lo que luce ser la inauguración de una feria. Resulta impresionante el esfuerzo extraordinario, y casi imperceptible que hace, para que no se note su tartamudez. En el video, el Rey aplica las técnicas de oratoria, entonación y movimiento corporal para lograr un excelente producto final. Un ejemplo digno de admiración.

‘127 hours’, el gozo de vivir

15 Feb

En agosto del año pasado, escribí este apunte sobre Aaron Ralston. Ayer, ví 127 hours, la película sobre la prueba que pasó Ralston luego de caer en una ranura estrecha en el Cañón Blue John en Utah, quedando su brazo derecho atrapado por una pesada roca. Su fortaleza, perseverancia y tenacidad permitieron que Ralston pudiera, con una acción valiente, salir de esa profunda ranura, y contar su extraordinaria historia.

James Franco, quien interpreta a Ralston, lo hace brillantemente. Es más, la película es la actuación de Franco, quien, en una escena formidable, ya en medio de su desesperación, simula ser entrevistado en un programa radial. Franco es, al mismo tiempo, el entrevistador y el entrevistado, y le agrega las llamadas del público. Es cuando se da cuenta que no le avisó a nadie en donde estaría ese fin de semana, por lo que nadie lo puede dar por «desaparecido», y por lo tanto, la policía no puede iniciar ninguna búsqueda sobre su persona.

127 horas tiene excelente fotografía, unido a hermosos paisajes. Al final, cuando Ralston es rescatado, vuelve a nacer, el espectador siente, al igual que Ralston, el gozo de vivir.

La foto, desintoxicarse del dictador

15 Feb


Ha muerto el rey, viva el rey, dicen en las monarquías. Una frase difícil de aplicar en las democracias, porque el soberano es el pueblo. El que vota, el que ejerce sus derechos, y el que, cuando las cosas van mal, decide cambiar de rumbo. Las dictaduras, aunque estén revestidas de las formalidades de la democracia, son eso, pura simulación. Son reyes, sin la corona monárquica. Solo pensar que Egipto desde 1971 ha tenido dos presidentes. Uno asesinado que fue Sadat que duró diez años hasta 1981, y luego Mubarak que permaneció treinta años desde 1981 hasta el pasado 12 de febrero, cuando, por la fuerza del pueblo fue obligado a renunciar.

Mubarak fue un dictador, al estilo tradicional. Desde 1981, implantó el Estado de Emergencia. Todos los poderes estaban en sus manos. Los derechos de los egipcios limitados y reducidos. Su nombre y su foto debían estar en todos los lugares públicos, en las instituciones gubernamentales. Debía ser visto con veneración y hasta con admiración. Por un lado, torturando. Y por otro lado, acumulando riquezas. Se ha convertido en el único ex-presidente vivo de Egipto, lo cual, para su estilo, no significa absolutamente nada. Estoy seguro que nunca se habrá leído a Luis Spota, ni a Gabriel García Márquez, por lo que debe estar lleno de incertidumbres sobre su futuro, si es que esa palabra pudiera existir para él.

Con la Constitución de Mubarak, anulada, con el parlamento y el gobierno, inexistentes, solo el Ejército, lo más respetado en Egipto, gobierna en una transición que apenas inicia. Ha comenzado la desintoxicación del dictador. Han comenzado a quitar fotos, retratos y pinturas del dictador. Quisiera ver el lugar dónde las guarden antes de quemarlas. El mal pasado solo tiene esa solución, eliminarlo fulminantemente para que nazca la semilla de las nuevas oportunidades. A seguir, atentos sobre lo que pase en Egipto. Al menos, ya habrá una nueva generación que dirá que no nació bajo el régimen de un dictador, y que respira aire puro de la democracia.

(Foto de funcionarios descolgando un retrato de Mubarak de las paredes de un edificio gubernamental, vista aquí)

Influencia y Poder

14 Feb

«En la vida hay que saber diferenciar entre la influencia y el poder… Influencia es la que usted ha tenido en El Tiempo todos estos años. Poder solo tendrá cuando pueda decir: ‘comuníquese y cúmplase’. Yo de usted, no lo dudaría un instante».

Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, relatando el consejo que un amigo periodista le dió a él, cuando Santos dejó el periodismo para dedicarse a la política.

‘The Fighter’, el orgullo herido

13 Feb

Hoy he visto The Fighter, la película sobre la historia del boxeador Micky Ward y su carrera en la década de los ochenta y los noventa. Se trata, como es de suponerse, de una película sobre boxeo, pero no tanto sobre el deporte en sí, sino sobre el drama de quienes practican el mismo. Es, por lo tanto, una película que combina el amor, el drama familiar, una complicada y cercana relación de amistad, el orgullo de una familia y, efectivamente, el boxeo.

Micky Ward (interpretado por Mark Wahlberg) vive en Lowell, Massachusetts, una ciudad industrial a la que la globalización le ha pasado por encima, por lo que se aprecia, durante la película, el duro esfuerzo y trabajo de su gente para sobrevivir. Ward tiene una madre extremedamente autoritaria, Alice (interpretada por Melissa Leo) y tiene un hermano de madre, Dicky Eklund (intepretado por Christian Bale), que también fue boxeador. Tanto su madre como Dicky quieren manejar la carrera profesional de Ward, al extremo de que su madre prefiere a Dicky sobre Micky, por lo que le buscan peleas en las que Micky no resultará ganador. A todo esto, Micky tiene siete hermanas que viven con su madre. Una familia muy, pero muy particular. Encima de todo, Dicky es consumidor de crack, lo cual lo lleva a la cárcel.

Hay una escena en donde Dicky es detenido por la policía, y Micky sale en su defensa. En esa escena, un policía le rompe la mano derecha de Micky, que era prácticamente su única esperanza para boxear. Luego, Micky se repone, y enfrentando un verdadero drama familiar, se recupera, regresa al ring, y logra convertirse en campeón mundial de su peso, devolviendo a su familia y a sí mismo, el orgullo herido. La presencia de Charlene (intepretada por Amy Adams) en la vida de Micky fue fundamental, así como su estrecha relación con Dicky.

Después de Million Dollar Baby, The Fighter es la película que entra en ese tipo de categoría. Christian Bale lo hace con maestría y excelencia en esta película al interpretar a Dicky. Y Mark Wahlberg lo hace excepcionalmente bien, al ser el protagonista de la película, pero lo hace con humildad, con tranquilidad, haciendo lo que tiene que hacer.

Personalmente, la película me recordó a mi padre, Salvador Jorge Blanco, y a mi tío, Pedro Jorge Blanco, ambos amantes del boxeo. Les habría encantado ver The Fighter.